Oscar Wilde ha sido, y aún continúa siendo, una de las figuras más
notables y controvertidas en la historia de la literatura inglesa, debido en
parte al hecho de que durante su época de esplendor literario, la última década
del siglo XIX, su personalidad artística estuvo marcada por la vida frívola
que llevó, esa famosa "doble-vida" que rebasaba ampliamente los
límites permisibles por la moral puritana de sus contemporáneos y que daría
lugar al escándalo que desembocó en su condena a dos años de trabajos forzados por
su homosexualidad.
El ambiente de
inmoralidad que rodeó su vida influyó en la acogida que tuvo su producción
literaria, la cual fue a la vez alabada por unos pocos y vituperada por la
mayoría de los críticos que vieron en ella un nítido reflejo autobiográfico.
El punto álgido de la polémica sobre su obra tuvo lugar en 1891, el año en que
vieron la luz tres de sus principales obras en prosa: su libro de ensayos Intentions, que irritó a algunos
lectores por el tratamiento tan poco convencional que hacía de los temas más
convencionales para la opinión británica; su novela El retrato de Dorian Gray, que fue vilipendiada por aquellos que
sólo vieron en ella el lado corrupto del protagonista y de su creador; y Una casa de granadas, una serie de
cuentos con una moraleja no siempre evidente, además de una aguda sátira
humorística.
La polémica la había
suscitado, ciertamente, la relación que la crítica encontraba entre su conocida
vida y su obra, lo cual es a pesar de todo innegable. Prácticamente todos los
críticos y biógrafos de Wilde coinciden en analizar su obra a raíz de su vida o
viceversa, explicar su vida al amparo de su obra, pues ambas están regidas por
una misma estética muy llena de matices: cultura, paganismo, escándalo,
artificio, dandismo, arcaísmo, una amplia rebeldía general y una excepcional
originalidad por la forma con que hizo propias todas las influencias que
recibió a lo largo de su vida, y a las que hemos de hacer referencia. Hesketh
Pearson, uno de sus más importantes biógrafos y críticos, marcó definitivamente
esta relación vida-obra de Wilde afirmando rotundamente que la personalidad de
Wilde es primordial en toda su obra.
Si toda su producción
literaria, poesía, prosa, ensayo y teatro, tiene como denominador común una
reconocida base autobiográfica, en mi estudio de los cuentos he aludido
inevitablemente a su vida y he puesto un gran cuidado para no caer en los
mismos prejuicios de sus primeros críticos, porque, como Wilde no cesó de
repetir, vida y obra son dos entidades independientes y, después de todo, sus
escritos son inmensamente más importantes que su conducta privada.
Aunque en la
actualidad nadie duda de su grandeza literaria ni de la pureza de su creación
artística, la inmensa mayoría de los estudios críticos se han encaminado hacia
lo que se considera su obra más representativa: sus cuatro comedias y su única
novela, o bien hacia su obra en conjunto. Dado que en general los cuentos están
relegados a capítulos o artículos de menor consideración, he dirigido mis pasos
hacia ellos convencida de su relevancia en la carrera literaria de su creador. Existen,
además, numerosos datos presentes en las biografías sobre Wilde y en sus
propias cartas que confirman esta creencia, como el recuerdo que su hijo Vyvyan
Holland conservaba de su padre contando cuentos a sus dos hijos, tanto de
creación propia como ajena:
he
would keep us quiet by telling us fairy stories,... of which he had a
never-ending supply. He was a great admirer of Jules Verne and Stevenson, and
of Kipling in his more imaginative vein. ... He told us all his now written
fairy stories suitable adapted for our young minds, and a great many others as
well.
O las conversaciones
de este autor había mantenido con grandes figuras de las letras, entre ellos
sus compatriotas W. B. Yeats y G. Bernard Shaw, quienes manifestaron que su modo
natural de hablar consistía en contar historias, de las cuales muchas de ellas
puso después por escrito y son las que conocemos hoy en día. Si el pensamiento
de Wilde se desarrollaba espontáneamente en los cauces del cuento, éste
constituyó lógicamente su medio imprescindible de expresión.
Con El
universo de los cuentos de Oscar Wilde lleno
el vacío en la bibliografía crítica de este autor, mostrando la importancia que
tienen en su carrera literaria. Para ello examino en detalle todos los cuentos
que componen las tres colecciones, una serie de narraciones
breves que la crítica inglesa ha catalogado como "fairy tales",
cuentos de hadad, o cuentos infantiles, y que son:
·
El príncipe feliz y otros cuentos
(1888), que comprende : “El príncipe feliz", “El Ruiseñor y la Rosa",
“El Gigante egoísta", “El amigo devoto" y “El cohete notable"
·
Una
casa de granadas (1891), con “El joven Rey", “El cumpleaños de
la Infanta", “El pescador y su alma" y “El niño estrella”.
·
El
crimen de Lord Arthur Savile y otros cuentos (1891): con “El fantasma de
Canterville“, “La Esfinge sin secreto", “El millonario modelo" y
" El crimen de Lord Arthur Savile“.
He estudiado
los cuentos en tanto mensaje literario, o sea, como discurso esencialmente
connotativo, propio de la comunicación artística, que sin excluir la
denotación, la sobrepasa. Por consiguiente, a partir del análisis del lenguaje
en su función denotativa llego al mensaje oculto, pero insinuado, como
expresión personal de su autor, porque, además, el cuentista importa como
personalidad creadora de una forma estilístico-semántica.
Para conocer la
relación en los cuentos entre los mensajes denotativo, y connotativo y entre
estos y la aportación personal del autor, primero he distribuido previamente
el vocabulario en los diversos campos semánticos que componen los diferentes
capítulos. A continuación he cotejado la información obtenida con la que
aporta el resto de la producción literaria de Wilde y las numerosas
biografías que existen sobre su persona, en busca de la visión global del autor
sobre cada uno de estos temas.
El punto de partida ha
sido el reconociendo de su personalidad como artista esteticista, lo que me ha
obligado a considerar su propia teoría sobre el arte (bajo la cual elaboró sus
cuentos), sobre la crítica y sobre la función de los críticos. Como
esteticista, Wilde afirmó que la forma de llegar al artista es a través de su
método artístico, y ese es nuestro objetivo último: ofrecer un análisis sobre
la coherencia de estilo y contenido de los cuentos de Wilde como la expresión
única e irrepetible de su propia personalidad.
A lo largo del libro, analizo
una amplia gama de temas (la naturaleza, el arte, la cultura, los cinco
sentidos, el cuerpo humano, las clases sociales, las raíces populares, etc.)
que representan los diferentes campos semánticos del vocabulario utilizado en
los cuentos. El libro concluye que Oscar Wilde hizo uso del vocabulario
apropiado para expresar sus preocupaciones sociales, éticas, culturales y
estéticas con un tono más bien pesimista.
MARÍA C. SANZ CASARES. 1996. El universo de los cuentos de Oscar Wilde. UVA: Secretariado de Publicaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario